La guerra empezó por un malentendido. El mensaje clave para la paz se traspapeló, y arreció la muerte. A ambos lados lo buscaron entre pilas de memorandos, contraórdenes, metrallas, cadáveres. Cada vez más hondo. A contrarreloj se inspeccionaron libros, casas, búnkeres, ruinas, incluso recuerdos, sueños… Hasta que corrió el rumor de que el mensaje había caído en manos del bando enemigo, y ya no hubo esperanza. Entonces sólo se buscó un escondite… o un arma.
Los últimos sobrevivientes buscaron comida. Triturando semillas, alguien encontró el mensaje. Lloró a carcajadas. Miró al cielo y gritó la palabra con todas sus fuerzas.