Paroxismos (2008)

He aquí la apoteosis del cuento. Ciertamente, Acertijo de la gran obra y el notable Plaguicidio son textos que abrevan en el ensayo, así como en Escenas… centellea el lenguaje de la poesía. Pero el cuento reina soberano, desfachatado, horadando la realidad con el estilete de la imaginación. Reina con las armas nobles y a la vez perversas de la seducción. Reina fragmentando el mundo en miles de pedazos, para luego reunirlos al amparo del estilo. Y no sólo eso, no sólo una cuestión del buen escribir. También hay tópicos y situaciones recurrentes. Acaso la más evidente sea la de esos personajes que buscan denodadamente. Son jóvenes, como joven es Ernesto. Un pibe platense intentando reencontrarse con sus amigos en los bordes de la noche boliviana. Un religioso que descubre el ajedrez y entonces se sumerge, fatalmente, en la lógica secreta del gran juego. Un noctámbulo distraído que se deja atrapar por una femme fatal y descubre así, como los presocráticos, la clave del placer, eso que nos vuelve más humanos. Un grupo de amigos que explora, en la potestad de una casa en común, las formas secretas de la utopía. Un alma tortuosa que quiere probar la forma más terrible de la muerte… y lo logra. Ernesto Alaimo vuelve a sacudirnos con su portentosa imaginación y el tono entre clásico y moderno de su escritura. Después de todo, él es el gran buscador de este libro, el buscador más ambicioso e incontinente.

Sergio A. Pujol (Contratapa a la 1ª edición, 2008)